martes, 27 de marzo de 2012

Anciana


65 años recorridos ya, 4 luchando contra el cáncer que cada día la mataba lentamente.
Observaba su piel seca y desgastada, por el paso del tiempo. Se volvió áspera y sin brillo, se apagaba poco a poco, dejando paso a la vejez. Los años no sentían compasión por ella.
Recordaba sus tiempos juveniles, siempre alegre y risueña, dispuesta a cometer locuras. Una persona dedicada a ayudar a los demás, con fuerza y coraje. Supo sacar a sus dos hijos adelante, cuando desgraciadamente, su marido la abandonó debido a un accidente de tráfico.
La vida no fue fácil para ella y ahora se veía abatida por ese dichoso cáncer que se depositó en ella.
Se sentaba cada día en frente de la ventana de su habitación, en la residencia donde la dejaron sus hijos, observaba a los pájaros volar, libres y con aire majestuoso. Ella quería ser libre, liberarse de su tortura, de su soledad. Abandonar este mundo donde no le quedaba ya nada.
A veces lloraba, otras pensaba, otras simplemente, dejaba que las horas pasaran con la mente vacía.
"No vale la pena estar ya aquí, mi familia piensa que soy un estorbo, mi querido marido no está ya a mi lado desde hace mucho tiempo. Lo único que quiero es reunirme con él y que todo esto pase. No quiero sufrir más, no quiero vivir más", pensaba ella.
Una noche, sus deseos se hicieron realidad. Tumbada en esa cama tan fría, con los ojos llenos de lágrimas y medio bote de pastillas vacío, dejó su cuerpo, destrozado por ese cáncer implacable y la vejez.
Sentía tristeza, pero a la vez felicidad. Estaba haciendo algo en lo que llevaba tanto tiempo pensando.
Su cuerpo viejo ya no la dejaba vivir tranquila, su cerebro no dejaba de atormentarla con los recuerdos de su vida pasada, era tan desdichada. Sólo quería morir, morir en silencio, con sus pensamientos, con su soledad.
Su alma voló por fin, voló como un pájaro libre y majestuoso. Tal y como ella quiso. Voló, voló hacia un lugar mejor. Un lugar donde no se sufría, ni se pensaba, ni donde se recordaba...

miércoles, 21 de marzo de 2012

Soledad.

Todo a mi alrededor se antoja frío y desconocido. Quizá no encaje entre la multitud, quizá sean ellos los que no se amoldan a mi vida...
La soledad me acompaña y yo la acompaño a ella. Me abraza y consuela.
Comparto mis sentimientos con ella, la única que entiende ésto que me pasa, a la única que cuento mis pensamientos y deseos más ocultos.
Compañera fiel, siempre estará ahí, siempre que estés hundido y abatido. Es la única que está ahí.
Compañera de dolor y sufrimiento. Siempre silenciosa, la soledad. Callada soledad.

domingo, 11 de marzo de 2012

Martyrs. Parte de diálogo de mi escena favorita.

Lucie Jurin es una víctima, como todos los demás.

Es fácil crear una víctima, muy fácil.

Encierras a alguien en la oscuridad, empieza a sufrir. Alimentas ese sufrimiento, metódicamente, sistemáticamente y frío. Y déjalo seguir.

El sujeto atraviesa diferentes etapas. Después de un tiempo el trauma, ese pequeño quiebre que ocurre tan fácilmente, hace ver cosas que no están.

¿Qué vio la pobre Lucie?

¿No veía cosas?

¿Ni siquiera monstruos?

¿Cosas que querían lastimarla?

Una chica muerta.

Eso es.

Una chica muerta.

La chica que encontraste, veía insectos. Cucarachas, en todos lados.

Se arrastraban hacia ella. Se hubiese cortado el brazo para atravesar eso.

La gente no quiere sufrir más. El mundo ha llegado a un punto donde sólo quedan víctimas.

Los mártires son poco usuales, un mártir es algo más...

Un mártir es un ser excepcional, sobrevive sufriendo a falta de todo.

Cargamos con todo el mal del mundo y transciende así mismo.

¿Entiendes eso? Él cambia formas...



Una de las películas que más me impresionó y me hizo pensar. Recomiendo a todo aquel que me lea, que disfrute con ella.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Papi

Papi entra todas las noches a mi habitación y se mete conmigo en la cama.

Dice que es normal, que todos los papis lo hacen, que es su forma de quererme.

Pero a mi no me gusta, me hace cosas raras, me toca ahí abajo y me hace daño.

Él me dice que es nuestro pequeño secreto, que no debo contárselo a nadie.

Pero no me gusta.

Un día estaba con mamá en la cocina, la observaba mientras ella cocinaba, me gusta ver como hace cosas.

Le conté lo que me hacia papá, que me hacía daño.

Ella se cabreó mucho y me dijo que no inventara cosas, que mentir está mal.

Yo lloraba mucho, mamá no me creía, no era ninguna mentirosa.

Papá sigue entrando todas las noches en mi habitación y lo único que puedo hacer es aguantar.

Papá, déjame, no quiero jugar más.

domingo, 4 de marzo de 2012

Muerte



Me escondo en las entrañas de la oscuridad, esperando la muerte, inevitable.

Agonizo, me retuerzo, me pierdo en mi dolor agudo y punzante.

Ahí llega, la muerte, imponente y grandiosa, me pide que la acompañe.

Me resisto, pero me cautiva y caigo, me arrastra con ella, sin compasión.

Siento su guadaña clavándose en mi estómago, destrozando mi interior.

Todo acabó, no hay dolor ni sufrimiento, finalmente, como siempre, la muerte gana la batalla, siempre victoriosa.